Semana de poesía en Barcelona
Una ciudad que dedica una semana a poner la poesía encima del escenario es una ciudad con encanto. Barcelona lo tiene, por esto y por otras muchas cosas, sí, pero aquí hablamos de poesía y a ello nos remitimos. Doce años ya suponen un testimonio convincente de que este mundo nuestro siempre tendrá un espacio, aunque sea pequeño, para la esperanza. Iré comentando desde estas páginas las actividades a las que podré asistir. Empiezo con una espectacular: el recital que dieron el jueves 15, a las 22.00, Luis García Montero, Marta Pessarrodona y Luis Alberto de Cuenca.
Una ciudad que dedica una semana a poner la poesía encima del escenario es una ciudad con encanto. Barcelona lo tiene, por esto y por otras muchas cosas, sí, pero aquí hablamos de poesía y a ello nos remitimos. Doce años ya suponen un testimonio convincente de que este mundo nuestro siempre tendrá un espacio, aunque sea pequeño, para la esperanza. Iré comentando desde estas páginas las actividades a las que podré asistir. Empiezo con una espectacular: el recital que dieron el jueves 15, a las 22.00, Luis García Montero, Marta Pessarrodona y Luis Alberto de Cuenca.
David Castillo les presentó como tres poetas de la intimidad, del realismo de lo cotidiano que ellos saben elevar a experiencia colectiva, trascendental. La lectura que hicieron de sus poemas así lo puso en evidencia, para disfrute de las más de doscientas personas que asistimos al evento en el maravilloso escenario del patio del Museo Marés. Fue una noche mágica, sostenida con la fuerza de la palabra y el respeto de quienes reconocen en estos poetas la voz de alguien que sí tiene cosas que decir y sabe hacerlo. Uno sale mejor persona y más convencido de que el camino que ha elegido, contra lo que tantos sostienen, no es ni ingenuo ni idealista, sino auténtico, vivido y, sobre todo, feliz.
En estas fotos se me puede ver la cara de felicidad, y no es para menos. Este tipo de vivencias uno se las lleva consigo.
En estas fotos se me puede ver la cara de felicidad, y no es para menos. Este tipo de vivencias uno se las lleva consigo.
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