jueves, 24 de enero de 2008

Poética 11

En esta ocasión, nos acercaremos a una forma poética que puede resultarnos algo alejada de nuestra mentalidad occidental pero que, si nos dejamos impregnar por su belleza, puede convertirse en una mirada llena de posibilidades expresivas. Así lo han destacado, como veremos, grandes poetas contemporáneos. Se trata de los haikús.




Para empezar, un poco de métrica (por cierto, pronto dedicaremos una poética al tema). Se trata de un poema de tres versos, distribuidos de la siguiente manera: 5-7-5 sílabas, o 4-6-4 si contamos a la catalana.
Durante los siglos XVII al XIX conoció un gran auge y fueron muchos los poetas que vertieron sus versos en esta forma. Entre ellos, los cuatro grandes clásicos del género: Basho (1644-1694), suya es la definición de haikú como "lo que sucede aquí y ahora", Buson (1715-1783), Issa (1763-1827) y Shiki (1866-1902). Por recomendar un libro, os citaré el que utilizo para completar estas notas, y que realmente es bellísimo: Marea baixa. Haikús de primavera i d'estiu, ed. La Magrana, Barcelona, 1997. La antología que en él se recoge, así como las notas introductorias están a cargo de Jordi Pagés i J.N. Santaeulàlia. La caligrafía japonesa es de Harumi Saito.

En este libro encontramos el siguiente haikú, de Basho, compuesto en 1684, a la edad de cuarenta años:


Un viejo estanque.
se zambulle una rana :
ruido del agua

Los autores de la antología se preguntan si, atendiendo a nuestra mentalidad, este poema puede decirnos alguna cosa. Sí, además, pensamos en un grupo de adolescentes, acostumbrados a un tipo de narrativa visual electrizante y sin descanso, leer hoy en día haikús puede resultar una práctica casi subversiva. Sin embargo, analizando el sentido profundo de este tipo de poemas, creo que nos podemos encontrar con agradables sorpresas. El haikú recoge un instante, un fragmento de vida resultado de un largo proceso de meditación. No se trata de contarnos grandes cosas sino de observar el paisaje que ha quedado después de nuestra reflexión. Un paisaje exterior o interior que más que "decir" sugiere, nos pide que iniciemos el camino de regreso para volver a encontrarnos con el poeta meditando. Entonces, al reencontrar la situación que puede haber llevado al haijin a escribir esto, el sentido de sus versos adquiere una pintura especial, en definitiva, puede transmitirnos cosas.

Otro elemento que puede ayudarnos es comprobar cómo poetas modernos han usado esta forma para sus composiciones. Por citar uno, que a mí me gusta especialmente, Mario Benedetti y su Rincón de haikús, Ed. Visor, Madrid, 1999. En este libro podemos leer:


en los harapos / suele haber más historia / que en la etiqueta

quién lo diría / los débiles de veras / nunca se rinden

si me enternezco / dejaré de ser justo / pero qué importa

Especialmente interesante puede resultar esta visión moderna y occidental de los haikús, en la que el lector puede encontrarse más próximo. El propio Benedetti es consciente de esta "adaptación" cuando dice: "Encerrar en 17 sílabas (y, además, con escisiones predeteminadas), una sensación, una duda, una opinión, un sentimiento, un paisaje, y hasta una breve anécdota, empezó siendo un juego. Pero poco a poco uno va captando las nuevas posibilidades de la vieja escritura. Así la dificultad formal pasa a ser un aliciente y la brevedad una provocativa forma de síntesis."

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