miércoles, 16 de enero de 2008

poética 6





Siguiendo con nuestro itinerario poético, ahora toca plantearse una cuestión importante: ¿de qué hablan los poetas? Para hacerlo, os propongo un nuevo compañero de viaje, el libro de un buen poeta, Benjamín Prado, que se titula Siete maneras de decir manzana.


Benjamín Prado

En este libro podemos leer, por ejemplo, que "la literatura lo puede y lo debe abarcar todo, cada sentimiento y cada sensación, por el mismo motivo por el que la medicina no estudia unas partes del cuerpo y prescinde de otras". Sin embargo, "tampoco la poesía puede lograr un solo poema, por extenso y ambicioso que sea, capaz de contener todos los sentimientos y todas las sensaciones." Aquí nos queda apuntado un aspecto fundamental de esos mecanismos que son previos al acto mismo de la escritura: es necesario seleccionar, meditar y pensar bien sobre aquello que motivará nuestros versos. Ni podemos vivir pendientes de la anécdota ni pretender ser demasiado ambiciosos. El punto justo, el detalle, aquello que sea capaz de sugerir al lector mucho más de lo que dicen nuestras palabras. He aquí la magia de la poesia y su misterio. Continúa Benjamín Prado: "un poeta sin tema es un simple decorador y sus poemas no pueden tener más utilidad ni más importancia que la de los objetos vacíos". Palabras que pueden resultarnos un poco duras, pero que sin ningún género de dudas son del todo necesarias en los tiempos que vivimos. El poeta no ha de pretender únicamente dejar boquiabierto al lector con su virtuosismo mecánico. El poeta es artista y, como tal, tiene que partir siempre de la solidaridad con el otro. Es decir, escribimos para acompañar, para ser felices, para compartir. No nos bastamos a nosotros mismos y nuestros poemas no deben tener como único garante a nuestra subjetividad más narcicista. "Objetivar es crear", que decía Pessoa. En este sentido, me parecen muy interesantes las palabras que el crítico catalán Pere Ballart realiza a partir de la lectura de L'arrel i la pluja, de Txema Martínez, poemario ganador del Carles Riba en 2008, y que aparecieron publicadas en el diario "Avui" el 8 de mayo de 2008: "Sovint també, però, el poeta juga a entenebrir innecessàriament els seus pretextos, i dispara un seguit d'imatges inconnexes que, més que una exigència del desenvolupament temàtic del poema, semblen formar part d'un projecte per impressionar el lector al preu d'un efectisme, verbalment impetuós, però de figures molt imprecisament expressionistes."
Aquel que escribe sólo para ser admirado, reconocido o envidiado valdría más que se dedicara a otras actividades. Lo que decimos, aquello que queremos compartir es lo que hará que el poema -verdadero protagonista de este itinerario-, haga realmente su trabajo. Por tanto, si lo que pretendemos con un buen poema es acercarnos al otro y comunicar, es necesario hacerse una pregunta, como lo hace Benjamín: ¿cuáles son los temas que mejor pueden cumplir este objetivos.?
En el libro que hemos citado, Benjamín Prado hace referencia a Joseph Joubert (el ensayista y moralista francés del siglo XVIII, conocido por sus Pensamientos) para explicarnos que las ocho o diez ideas verdaderamente importantes que existen en el mundo son las ocho o diez que todas las personas tienen en alguna ocasión de sus vidas. De esta idea surge otra que nos lleva a T.S. Elliot: el gran objetivo del poema es que los lectores utilicen las palabras del poeta para explicarse su propia existencia, para apropiarse de algo que ya les pertenecía. Esto nos recuerda aquella escena de la película "El cartero y Pablo Neruda" (basada en la novela de A. Skármeta), en la que vemos a Mario, el protagonista, interpelado por el poeta chileno al enterarse éste que el joven aprendiz de poeta había utlizado versos suyos para enamorar a la hermosa Beatriz. Mario entonces le contesta que la poesía no es de quien la escribe, sino de quien la necesita.


Y aún el poeta argentino Edgardo Dobry, en su libro Cosas, escribe:
El poema y el molusco
son de quien los habita ahora
no de quien los fabricó.

A pesar de esto, no todos los poemas están llamados a convertirse en "grandes poemas", cierto. Pero nos conviene no perder de vista las palabras de Elliot para no caer en uno de los fenómenos más habituales en nuestro tiempo: confundir unos con otros. Si cada uno ocupa el lugar que le corresponde, el tránsito del lector por los caminos poéticos será, sin ninguna duda, mucho más gratificante.

Propuesta didáctica:

Se puede pedir a los alumnos que formulen una lista de cinco posibles temas para un poema. Deben ser lo suficientemente concretos para que luego puedan escribirlo. No se trata, pues, de decir "el amor", sino matizar. Después, al elegir uno, pensar en un motivo o excusa para compartir ese tema con el lector. Por ejemplo, para hablar de la soledad que sentía en la escuela un alumno sugirió el fijarse en la palmera que tenía en el patio. O como Roger, para hablar de la indiferencia de los profesores, hablar de un libro de texto roto. Realmente, a la que podemos proporcionar un leve pistoletazo de salida, ellos y ellas son capaces de sorprendernos. ¡Vale la pena intentarlo!

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